El siguiente texto, es una transcripción literal de lo expuesto oralmente por Eduardo Galeano en: "La vida según Galeano", un nuevo ciclo del canal Encuentro.
En Cuba, según Cristóbal Colón, había sirenas con cara de hombre y plumas de gallo.
En la Guayana, según sir Walter Raleigh, los nativos tenían los ojos en los hombros y la boca en el pecho.
En Venezuela, según el fraile Pedro Simón, había indios de orejas tan, pero tan grandes que las arrastraban por los suelos al caminar.
En el río Amazonas, según Cristóbal de Acuña, los nativos tenían los pies al revés. Los talones adelante y los dedos atrás.
Según Pedro Martín de Anglería, que escribió la primera historia de América, pero por supuesto nunca estuvo allí... Los nativos americanos tenían rabos, y rabos tan pero tan largos que para sentarse necesitaban asientos con agujeros.
Así nos vieron. Y así vieron a América los Europeos del Renacimiento.
Cristóbal Colón no consiguió descubrir América porque no tenía visa y ni siquiera tenía pasaporte.
A Pedro Álvarez de Cabral no lo dejaron desembarcar en Brasil, porque podía contagiar la viruela, el sarampión, la gripe y otras pestes desconocidas en el país.
Hernán Cortés y Francisco Pizarro se quedaron con las ganas de conquistar México y Perú, porque carecían de permiso de trabajo.
Pedro de Alvarado, rebotó en Guatemala y Pedro de Valdivia, en Chile, porque ninguno de los dos tenía el certificado policial de buena conducta.
La Historia que pudo ser no fue la historia la historia que fue.
En la que fue, en la historia de a de veras, los conquistadores entraron en América y pudieron confirmar que Satán, expulsado de Europa, había encontrado refugio en las islas y las costas de América, besadas por su boca llameante.
Aquí en América habitaban seres bestiales, que llamaban "juego" al pecado carnal y lo practicaban sin horario ni contrato, y que ignoraban los diez mandamientos y los siete sacramentos y los siete pecados capitales y andaban en cueros y hasta tenían la costumbre de comerse entre sí.
Mortifero fue para América el abrazo de Europa. Murieron nueve de cada diez nativos. Víctimas, sí, de las armas desconocidas que los conquistadores traían: la pólvora, el acero, los caballos; pero sobre todo víctimas de los guerreros más chiquitos, que fueron los más feroces, los involuntarios aliados de la conquista de las Américas: los virus y las bacterias. Las poblaciones nativas no tenían defensas contra enfermedades que no conocían, contra la viruela, contra la difteria, el tifus, la gripe, el sarampión... una cantidad enorme de pestes extrañas desconocidas, que mataron más que todo lo que mató el arcabuz o la espada, muchísimo más.
Cuando alguien muere. Cuando su tiempo acaba. ¿Mueren también los andares, los deseares, los decires que se llamaron con su nombre en el mundo?
En la época colonial el cerro rico de Potosí produjo mucha palta y muchas viudas. Durante más de dos siglos, Europa celebró allí, en esas heladas alturas, una ceremonia caníbal, daba de comer carne humana al cerro a cambio de la plata que le arrancaba. De cada diez indios que entraban en los socavones, siete no volvían. El exterminio ocurrió en Bolivia, que todavía no se llamaba así, para hacer posible el desarrollo europeo del capitalismo que tampoco se llamaba así.
El nombre del cerro provenía de la lengua indígena "Ppotocci", Potosí, significaba: "Truena, hace explosión", porque los indios creían que el cerro tronaba cada vez que le arrancaban la plata de sus entrañas.
Si hubieran conocido la lengua de la ciudad, hubieran podido preguntar: ¿Quién sostiene a los aviones en el aire? O ¿Por qué los dioses nos negaron el acero?
El tigre azul romperá el mundo.
El maíz crecerá por su cuenta. Las flechas se dispararan solas. Y no serán necesarios el castigo ni el perdón porque no habrá prohibición ni culpa.
La Creación.
La mujer y el hombre soñaban que dios los estaba soñando. Dios los soñaba mientras cantaba envuelto en humo de tabaco y agitaba sus maracas y se sentía feliz y también estremecido por la duda y el misterio. Los indios Maquiritares saben que si dios sueña, sueña con comida, fructifica y da de comer; y si dios sueña con la vida, nace y da nacimiento... Y en el sueño de los Maquiritares, la mujere y el hombre soñaban que en el sueño de dios aparecía un gran huevo brillante. Y dentro del huevo ellos cantaban y bailaban, y armaban mucho alboroto porque estaban locos de ganas de nacer. Y soñaban que en el sueño de dios la alegría era mas fuerte que la duda y el misterio. Y dios soñando los creaba... Y cantando decía: "Rompo este huevo y nace la mujer; y nace el hombre; y juntos vivirán y morirán; y nacerán nuevamente y volverán a morir; y otra vez nacerán... Y nunca, nunca dejarán de nacer... porque la muerte es mentira".
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